¿No te ha pasado? Eso de... llorar. Llorar pero sin saber por qué. Sin motivo, sin razón. Llorar por llorar, y nunca mejor dicho. Dejas resbalar tus lágrimas, para calmar una agonía inexistente. Lloras para sentirte bien. Qué paradoja, ¿no?: Estar triste para sentirte bien. Es como el mono de fumar para los que fumen, o el mono de café para los que les guste el café. No puedes parar quieta, necesitas conseguir tu objetivo, cueste lo que cueste. Necesitas llorar. Estás que no estás. No eres tú, no eres yo. Lo más extraño es que cuando lloras por llorar, sin ningún motivo, parece que lloras por todo, que necesitas buscar una razón para hacerlo. Quizás buscas algo que te ha sucedido en este mismo día, o ayer, o días, semanas, meses antes. Quizás tu motivo establecido haya sido nostalgia, rabia, dolor, celos,... cualquier cosa. Cualquier cosa va a ser tu motivo para desahogarte, con lo fácil que es decir que "lloro porque lo necesito". Aunque claro, te trataría como una loca.
Y todo por llorar.
Y... llorar puede conllevar a pensar en cosas que no quieres pensar, en que la mente se fugue a lugares lejanos, kilómetros y kilómetros lejos de tu cabeza. Decisiones, respuestas, preguntas sin respuesta, dudas, reflexiones.
Aunque bueno, sí, también puede ser porque sea que "estemos en uno de esos días"... pero en fin, que sólo nosotras podamos entender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario